
Un 18 de noviembre de 1928, en un cine de Nueva York, el ratón Mickey Mouse, uno de los personajes más famosos de la cultura popular de Estados Unidos y marca corporativa de altura de la factoría Disney, cumplió ochenta años. En aquel estreno, Mickey servía a bordo de un barco de vapor comandado por su némesis, el malvado capitán Pete Pata de Palo, que lo confina a pelar patatas cuando descubre el gusto del ratón por la música. Esa historia fue la primera que se distribuyó, aunque no la original. En aquella época, sus ojos eran dos puntos negros; sus orejas eran largas en vez de redondas; su nariz, más respingona y su tez era blanquecina, en vez del rosado que comenzó a adquirir a partir de 1935. El ratón más famoso del mundo, al que originalmente puso voz el propio Disney, es hoy todo un icono de la cultura estadounidense y la imagen de uno de los grandes imperios históricos de la mercadotecnia mundial, tras aparecer en decenas de películas («Fantasía», 1940, posiblemente la más recordada) cortometrajes y capítulos de televisión. Sin embargo y aunque ayer cumpliera ochenta años, Mickey Mouse lleva casi media vida, al menos desde mediados de los cincuenta, retirado de los escenarios. En 1983, en «Mickey's Christmas Carol» realizó su primera reaparición en los cortometrajes desde 1953. Fue un regreso fugaz que no se volvió a repetir demasiado. Disney también ha tratado de colarlo en videojuegos y la industria del cómic todavía sigue explotando al personaje. No obstante, Mickey da nombre y logotipo a canales de televisión y páginas web de Disney. Ahí, en su poder de marca está su verdadera vigencia. Tanta que Disney ha trabajado duro para extender el copyright de sus primeras películas, que expirará dentro 16 años. No así su personaje, protegido en EE UU como marca registrada.
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